jueves, 29 de julio de 2010

LOBOS CON PIEL DE CORDERO


Cuando los efectos benéficos de la provisionalidad se desvanecen en la conciencia de los que ocupan el poder, cuando se olvidan que las personas que les votaron pueden exigirles la responsabilidad prometida, cuando el paisaje y el paisanaje sobre quienes se ejerce la omnipresente influencia de las decisiones estratégicas a puerta cerrada se percibe como un coto privado, un caserío exclusivo, como un legado de sus antepasados del Rh universal y el derecho divino, entonces aparece la ignominia y los chanchullos para descalificar, amortajar y enterrar a los díscolos de la vergüenza, a los matones sensibleros que pretenden moverles la silla, a ésos que el populacho llama “buena gente”, puros revolucionarios que no se dejan someter -¡maldita sea mi estampa!...con lo bien que estaba yo- bajo los dictámenes del gobierno.

Cuando éstas cosas pasan en el seno de la cristiandad, a ésos movimientos y personas sin humildad ni respeto, mentirosas e interesadas, se les llaman “fariseos” y suelen merodear por los recintos con el cordoncito sagrado colgando del cuello mullidito y blando que les proporciona su piel de cordero, pero no son más que lobos despiadados que no les remuerde la conciencia -ni siquiera delante del altar- para seguir obteniendo prebendas y el reconocimiento de sus acólitos.

Hoy, siento auténtica vergüenza por pertenecer a ésa familia -¡Madre, mi hermano me está pegando!- pero no puedo evitar seguir siéndolo -Abel nunca pudo dejar de ser hermano de Caín hasta que le pagó con su vida- y eso me causa mucho dolor, me hiere el corazón de tal manera que no me atrevo ni a mirar la cara de mi Madre para no afligirla con mis lágrimas.

Por opinar de otra manera, amigos? de toda la vida,  rocieros?.. de siempre?, de los buenos? me han retirado el saludo. De la noche a la mañana, así como suena.
Por formar parte de una candidatura que perdió las elecciones a Junta de Gobierno del pasado año, me vuelven la espalda, sin más dilación ni explicaciones.
No lo comprendo, no lo entiendo... o quizás no quiera entenderlo o comprenderlo, pero es que yo no les he hecho nada, salvo pensar de otra manera y creer que nuestros postulados eran mejores que los suyos. Perdimos y ya está, o así debería ser... pero que vá, nada de éso.
- ¡Madre, mi hermano me está ofendiendo!-  
En la Hermandad del Rocío de Huelva, ha desembarcado un tropel de fariseos que llevaban años sin aparecer por el templo -y no me refiero, precisamente, a la nueva Junta de Gobierno-, me supongo que sería porque nadie les llamó al rebaño. A ésos capillitas con cara de no romper ni un plato, a ésos que se dan golpes de pecho ante las sentencias cristianas, quienes gustan de oropeles para realzar su ego y la idolatría generosa que tan buena imagen proyecta, a ésos lobos con piel de cordero yo les llamo “meapilas”, “cagalástimas” y “tontos de capirote”, pero merecen otros calificativos más suculentos que no me atrevo a infundirles porque ni tengo atribuciones ni me las atribuyo y además mi conciencia no me deja.

Parece mentira pero es cierto. Han llegado a lomos de la hipocresía, del egoísmo, la falta de respeto y viles manipulaciones, los alcahueteos y la prepotencia. Utilizan todas las argucias posibles para hacerse grandes y respetables sin considerar que la caridad, el amor y la verdad son las únicas armas que deben blandir los cristianos y especialmente los rocieros cuando a destacar toca.

No sé porqué, hay una bandada de pajarracos revoloteando por las dependencias de la Hermandad -y fuera de ellas- descalificando sin consideración alguna -puede que existan objeciones formales- a uno de los candidatos a Hermano Mayor para la romería del año que viene con el único propósito de evitar que salga elegido, sin sopesar emociones, sentimientos ni méritos. Ya se sabe que Roma no paga traidores pero tampoco mata mensajeros, salvo que sean portadores de buenas adversas -cosas propias de los emperadores totalitarios-.

Supongo que hay mucho interés en que alguien que no sea de la cuerda de la nueva Junta de Gobierno -a su conspícuo entender- quieran situarle lo más lejos posible de lo órganos decisorios de gobierno -¿porqué?, me pregunto-, sobre todo para que no vea lo que no tiene que ver y mucho menos darle la posibilidad de que pueda olfatear los guisos que se condimentan en la rebotica -¿porqué?, me pregunto, ¿no somos hermanos?-.

Desde ésta tribuna quiero mandar un mensaje a todos los rocieros de la Hermandad de Huelva para que no se dejen deslumbrar por los influjos de éstos pájaros de cuenta que tan flaco favor nos hace -en lo mundano y lo divino-, que blinden la conciencia contra sus efectos nocivos con sabor a gloria, que no tomen pecunias de manos infectas, que no permitan tanta basura en nuestra casa.

¿Pensarán Vds. que todo esto es despecho, pataleta de vencido, rebenchín de los malos?. Pueden pensarlo, están Vds. en su derecho, pero yo les puedo asegurar que todo lo anteriormente dicho es pura realidad y no quiero callarme -...las cosas de casa hay que lavarlas dentro- porque se están vulnerando los más elementales principios del buen rociero, de los mandamientos cristianos y sus pecados capitales. No me callo porque mi vergüenza no me lo permite y porque ahora he descubierto el porqué no se hacen hermanos de la Hermandad de Huelva tanta gente como la que ama nuestro Simpecado y vá de romeria tras la carroza plateada sólo por Ella. Ahora sé porqué no ván los hermanos a la Casa de Hermandad... porque no vive realemente como hermanos en Virgen, ni siquiera como amigos leales.

Seamos buenos rocieros sembrando el ejemplo de humildad y cariño que nuestra Señora del Rocío nos manda, que seamos buenos hijos y no le demos más disgustos -¡Hombre, por Dios!-.

A la Junta de Gobierno actual yo les rogaría que pusieran en valor la sincera oferta recibida por parte de quienes fueron sus opositores en las pasadas elecciones, de manera que su experiencia, sabiduría y buen hacer no caigan en el olvido -hicieron mucho y bueno por la Hermandad-, les pediría que tuviesen consideración con todos los hermanos y que no permitieran tantos desmanes fariseos, que nadie vuelva a colocar en la solapa de un vencido el lazo negro con su dardo como escarnio por serlo -por lo menos delante del Simpecado- como hicieron conmigo, que permitan que cualquier hermano de Huelva pueda ser Hermano Mayor sin trabas ni despellejes, que ofrezcan su mano abierta -de verdad-, a todos los colaboradores -se llevarán una grata sorpresa por respuesta y además alimentarán a la hermandad con mayor aporte de ilusiones-, en definitiva que no se duerman en los laureles porque la Hermandad de Huelva goza de un inmenso prestigio y es muy grande en todos los aspectos, que tiene identidad propia y peculiar carácter , color y olor propio, que nuestra hermandad no necesita el espejo de otra para mirarse –salvo en contadas ocasiones- sino que somos ejemplo para muchas y eso deben defenderlo a capa y espada, salvando la dignidad y el orgullo de sus predecesores en el cargo, de todos, de los de antes y los de ahora, que la Hermandad no es un juego ni admite devaneos.

Todos los hermanos somos iguales ante la Madre y ninguna  voz -tal vulgar comadrona- debe irrogarse el derecho y el deber de recomendar un hermano en detrimento de otro, sea quien sea, porque no es permisible tamaño agravio y desatino que se ve, se nota y además también se paga, incuestionablemente. Que nunca se olvide. Cuando se escupe para arriba tan sólo queda esperar que la saliva en su bajada impacte, asquerosamente, en el rostro ladino -¡qué vergüenza!-.

Ojalá podamos desterrar algún día los clanes familiares que pretenden dirigir los destinos de nuestra Hermandad -¡no sé que se creen!-. ¡Cuidado, que han vuelto los señorítos cortijeros y están buscando plebeyos que les rían las gracias a cambio de una que otra “convidadita” o determinados privilegios que los demás mortales no tenemos !.

Compadezco al sicario que se preste a los caprichos de ésos mafiosos. Que no olviden nunca que deberán pagar con sumisión y claudicaje las prebendas obtenidas, sin excusa ni pretexto. Después vendrán las lágrimas, suspiros y rotura de cristales, pero será demasiado tarde. Por eso no podemos consentirlo.

¡Dios nos coja confesados y la Virgen del Rocío nos proteja !

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