La utopía es posible y los
mitos, desmontables.
Sólo hace falta mirar la cosas de otra manera. Leer los
silencios y respetarlos. Vivir los sueños con el corazón abierto. Si utilizamos
los mismos instrumentos que hasta ahora, jamás podremos alcanzar la utopía.
No
podemos seguir midiendo con las mismas varas, ni valorar con los actuales
principios éticos ni los valores que han servido para edificar el actual
desastre de la humanidad. Necesitamos creer que otra forma de vivir la vida es
posible.
La codicia de bienes ajenos se produce porque dichos bienes existen y
lo que es peor, existen los nuestros. Existe la propiedad privada y con ella la
total y absoluta falta de respeto por nuestros semejantes. Todo gira entorno a
poseer más o todo de lo que tiene el otro y por al camino aparecen los listos
de la clase que aprovechan cualquier oportunidad para subir su rango, a ser
posible sin dar nada a cambio...mejor quitándolo de un manotazo, así queda
patente la fuerza y el poder sobre los individuos.
Sí, es posible una plataforma
ciudadana que no pueda ser manejada por algún partido político, sindicato,
élite gremial o reducto leguleyo catalogado y estereotipado. Sí, si es posible
que podamos movernos a golpe de decisiones asamblearias adecuadas a cada
situación posible. No hacen falta líderes- un líder se mide por ciertos parámetros que pertenecen al común manipuleo y además termina corrompiéndose-, los líderes salen del corazón asambleario, dá un paso adelante, afronta el compromiso, lucha con su equipo, vence con la ayuda de todos y se retira cuando termina la batalla.
Así, las retaguardias se renuevan a cada paso de nuestro tiempo, se mantienen actualizadas, la maquinara jamás podrá oxidarse y la experiencia forma un núcleo ingente que, lejos de cualquier estrellato, mantiene la utopía con todo si vigor.
Sí, es posible un movimiento asambleario sin el concurso de algún partido, sea del color que sea. Si no existieran los partidos podríamos pensar que hemos enderezado el rumbo y además se eliminarían codiciosos líderes, intereses corruptos y privilegios vergonzosos. La utopía es posible.