miércoles, 19 de marzo de 2014

¿POETA O INSECTO?


 
Nunca pretendí ser orfebre de la palabra.
 
Sé, cuando muera, que la perderé para siempre.

La prosa y el verso pueden convivir juntos mientras no existan cuernos.

El poeta y el prosista están condenados a entenderse; los dos beben de lo que perciben y no de lo que conocen.

Todo sentimiento es percibir lo divino.

Tanto valen Cervantes como Lope de Vega: “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”… pero pretender ser “figura literaria” de los salones y tertulias al uso, es pretender que bailen el “twist” las cariátides del Partenón.

Podría pasar de figura literaria a simple figurita de mazapán. Premiaría antes al poeta que al pedante.

Los viejos escritores deben inuectarse de la juventud actual y dejar los convencionalismos de adorarse el propio culo.

Al mendigo hay que darle “sopa de convento” y al que mendiga fama y aplausos, la más rotunda indiferencia. ¡Que pase de largo!.

Sé que a fuerza de escribir mucho, existe el peligro de repetirse y se pudre lo mejor de la vida: la inocencia. Lo primero, trasciende al repetirse. Lo segundo es una solemne “putada”.
 
¡Cuidemos la palabra y también la vergüenza!

Creo que fue D. Miguel de Unamuno quien dijo: “ La diferencia entre un imbécil a un poeta es que, el primero cree que al morir le darán un homenaje, convirtiéndose así en “poeta”. El segundo en cambio solo se cree un hombre, nada más y nada menos.”

D. Antonio Machado aseveraba que el hombre no tiene otro valor que el de ser hombre.

¡Prudencia pues, queridos contertulios cuando les corresponda adjetivarme!

GRACIAS.

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